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El iluminador se ha convertido en uno de los protagonistas del maquillaje actual. Bien aplicado, aporta un toque de luz que transforma cualquier look, realzando la belleza natural de la piel. En esta guía te contamos todo lo que necesitas saber para elegir y aplicar el iluminador perfecto para ti, ya sea en formato líquido, en polvo o en
El iluminador se utiliza para resaltar zonas estratégicas del rostro, aportando un acabado luminoso y fresco. Su función principal es captar la luz y crear un efecto de volumen, favoreciendo rasgos como los pómulos, el arco de la ceja o el puente de la nariz. Más que un simple toque de brillo, es un aliado clave que aporta dimensión y vitalidad al rostro
También puedes utilizarlo para disimular signos de cansancio, dar un aspecto más descansado a la piel e incluso como sombra de ojos o en el lagrimal para abrir la mirada. Es un producto versátil, adaptable a distintos estilos y ocasiones. ¿Un truco? Mezcla una gota de iluminador líquido con tu crema hidratante para conseguir un glow sutil y uniforme que parece venir desde el interior.
La elección del iluminador ideal depende de varios factores. Primero, el tono de piel:
● Piel clara: los tonos perlados, rosados o champán aportan un brillo delicado y elegante.
● Piel media u oscura: los tonos dorados, bronce o melocotón ofrecen un acabado cálido y radiante.
Después, considera la textura:
● Iluminador líquido: perfecto si buscas un acabado discreto; ideal para mezclar con la base o aplicar directamente sobre la piel.
● Iluminador en polvo: aporta definición e intensidad, ideal para ocasiones especiales o looks más marcados.
● Iluminador en crema: especialmente indicado para pieles secas por su efecto hidratante y cómodo.
Y no olvides la duración. Un truco eficaz es aplicar un iluminador en polvo sobre uno líquido o cremoso para fijar el brillo durante más tiempo. Sea cual sea tu elección, recuerda aplicarlo con moderación para resaltar tus rasgos sin excesos.
Además del tono y la textura, piensa en el acabado que quieres conseguir. Para un look natural y luminoso en el día a día, elige un iluminador líquido que se funda con la piel. Para maquillajes más marcados o eventos especiales, el iluminador en polvo destaca por su intensidad.
El tipo de piel también influye. Las fórmulas líquidas y en crema son más adecuadas para pieles secas, mientras que el iluminador en polvo es ideal para pieles grasas, ya que ayuda a controlar el exceso de brillo.
Combinar texturas puede ser una excelente opción para adaptar el resultado a lo largo del día o según tus necesidades. Prueba diferentes técnicas y herramientas, como los dedos, brochas o esponjas, hasta encontrar la forma que mejor se adapta a tu estilo.
Saber dónde aplicar el iluminador marca la diferencia. Estas son las zonas clásicas donde más favorece:
● Parte alta de los pómulos: realza las mejillas y aporta un efecto lifting.
● Arco de la ceja: abre la mirada y define la forma de las cejas.
● Puente de la nariz: estiliza visualmente el rostro y aporta luz al centro.
● Centro de la frente y barbilla: para un glow uniforme (opcional en pieles mixtas o grasas).
● Arco de cupido: define el contorno de los labios.
● Lagrimal: ilumina y despierta la mirada.
Estas son las zonas donde la luz incide de forma natural, y el iluminador ayuda a potenciar ese brillo de manera elegante. Aplica siempre con medida para evitar que la piel se vea grasa o con un exceso de producto.
Aplicar el iluminador con precisión y ligereza es la clave para un resultado favorecedor. Aquí tienes algunas recomendaciones según la textura del producto:
● Iluminador líquido: aplícalo con los dedos o una esponja, a toquecitos para integrarlo bien en la piel. Perfecto para un efecto natural. También puedes mezclarlo con la base para un acabado luminoso global.
● Iluminador en polvo: utiliza una brocha pequeña y suave, aplicando con movimientos delicados en las zonas deseadas. Puedes modular la intensidad aplicando más capas.
● Iluminador en crema: ideal para aplicar con los dedos o una brocha. Se integra muy bien con otros productos en crema como la base o el colorete. En pieles secas deja un acabado hidratante.
Recuerda: menos es más. Aplica poco a poco y comprueba el resultado con luz natural. Para una mayor duración, finaliza con un spray fijador.